Desde los albores de la civilización se recogen testimonios sobre la organización de la primera red de caminos carreteros que dio soporte al imperio romano. El declive de aquél dio paso a nuevas alternativas en la Edad Media, mostrando el auge de los peculiares transportes a lomo, pero también la presencia comercial de poblaciones bañadas por el Jiloca en las referencias geográficas de la época.